martes, 16 de mayo de 2017

La DC entre la regresión y la profundización reformista

Mayo, 2017

La decisión de la DC de ir a la primera vuelta presidencial abrió una coyuntura de difícil pronóstico. Si bien, se trata de una ruptura preliminar, los hechos de los días siguientes van mostrando que cada día se hace más complejo lograr un acuerdo parlamentario y apoyo para enfrentar de modo unitario la segunda vuelta presidencial. Hoy, para muchos el histórico pacto de la centro-izquierda está muerto sin candidato único, sin unidad parlamentaria y sin apoyo para la segunda vuelta presidencial.

Los rasgos de la nueva fase política se comienzan a instalar con fuerza en la política chilena. De hecho, la presencia del Frente Amplio, la derrota de Lagos y compañía, el posicionamiento de Guillier, la apertura del campo político de la derecha y el giro a la izquierda del PS, son signos –entre otros- de que el nuevo ciclo se ve más cerca que lejos. No obstante, la restauración conservadora mantiene importantes espacios de poder en la política y en los medios. Las decisiones de la DC, por tanto, se inscriben en ese contexto de cambio de fase política.

Si la ruptura de la Nueva Mayoría es definitiva y se re-formula la política de alianzas, la nueva fase política estará dando pasos agigantados para instalarse en pleno. No obstante, esto no va ocurrir antes que termine el próximo mandato presidencial.

En otro análisis vimos que la unidad parlamentaria es la llave maestra para lograr mantener la cada día más frágil unidad de la centro-izquierda. Al mismo tiempo, afirmamos que esa “unidad política y parlamentaria” no se puede seguir sosteniendo sobre la base de una ruptura ideológica y política. En efecto, en la coalición no pueden seguir conviviendo neoliberales y anti-neoliberales.

La decisión del PS y del PPD de no pactar con la DC, las declaraciones de Goic en torno a las concesiones hospitalarias, la inscripción de su candidatura y la necesidad de re-fundar la coalición y la ruptura con los radicales son hechos que van configurando un panorama complejo para lograr esa unidad. Todas las señales van en esa dirección. No obstante, nadie se atreve a ponerla la epitafio de la tumba.

Primer problema. Los cálculos electorales muestran que en el escenario de ruptura parlamentaria los más perjudicados serían los DC. Sin embargo, hay cifras que han empezado a circular y que dan cuenta de que sin unidad parlamentaria todos los partidos de la coalición serían perjudicados al bajar su representación de modo significativo en  el Congreso. Mientras, para algunos DC la lista única falangista es un riesgo que calificado como suicida; para otros, es preferible un partido chico, coherente, ideológico y bisagra.

No obstante, hay un segundo problema que debe enfrentar el falangismo. Se trata, de que muchos votos en la Junta para ir a primera vuelta fueron decididos y emitidos con la convicción de que habría pacto parlamentario, apoyo “mutuo” para la segunda vuelta y, en consecuencia, la unidad de la centro-izquierda seguiría articulando la política chilena. De hecho, buscar ese acuerdo fue el voto político de la jornada. No obstante, pasan los días y los tiempos políticos de reducen.

En consecuencia, si no hay “unidad” la tensiones internas irán en aumento y el fantasma de los descolgados –lo que es bien visto por muchos- volverán a instalarse en el seno del falangismo. Cómo sabemos, esos sectores –los que se tienen que ir- siempre son los reformistas-progresistas que se inspiran en la “la unidad política y social del pueblo”. Quizás, otro signo de la nueva época.

Estos dos hechos potenciales –baja en la representación parlamentaria y conflictos internos en ascenso- , tienen un impacto no sólo sobre el estado de las reformas durante el próximo período, sino también en la conformación de su lista parlamentaria.

Respecto de la primera tensión, hay que volver a insistir, en que lo que está en juega para el próximo ciclo presidencial es la posibilidad política de seguir impulsando reformas en dirección anti neoliberal, al menos, contra modelo en algunas de sus dimensiones.

Las coordenadas, en consecuencia, del mapa político para los próximos años están definidas por las reformas: más reformas, estabilizar los que hay, menos reformas o que hay que hacer de nuevo las reformas. La tensión será, por tanto, entre regresión o profundización reformista. De hecho, esa fractura ya está instalada en la sociedad chilena y la DC es uno de los partidos más atrapados en ella. Pareciera, que están en una etapa de sobre-vivencia y posicionamiento político.

Los hechos de este gobierno y su “reformismo híbrido” muestran que un proceso de reformas de la magnitud del que se puso en marcha en marzo del 2014 no puede sostenerse con fisuras internas como las que se manifestaron y manifiestan en este ciclo presidencial al interior de la moribunda Nueva Mayoría.

Segunda tensión. Se trata, de la configuración de su plantilla parlamentaria entre reformista, conservadores y neo-liberales. Si bien, armar una lista unitaria con varios cupos -dependiendo del distrito- parece fácil ya que hay espacio para todos; por otro, se ve complejo el proceso porque unos tienen más opciones que otros de salir electos. Esto, sin duda, tensiona al partido. Surgen, en consecuencia, dos pregunta: ¿cómo equilibrar la plantilla parlamentaria entre progresistas y neoliberales? y ¿qué rol jugará esa bancada en la defensa de las reformas en un eventual gobierno de Piñera?

Finalmente, hay una tercera problemática. Se trata, de los apoyos para la segunda vuelta presidencial. Esta instancia es, sin duda, el espacio en que se manifiestan las latentes fracturas internas. Las opciones del falangismo para la segunda vuelta presidencial son diversas: Piñera, Guillier o la Bea Sánchez. Los apoyos están divididos. Si bien hay guilleristas, también hay piñeristas. Respecto de la posibilidad de que Sánchez pase a segunda vuelta, el silencio se ha instalado en la falange. Lo relevante, es que desde la mesa se ha dicho que no hay giro a la derecha.

Sin duda, la decisión en esta dimensión del conflicto falangista está abierta y en su momento debe ser resuelto. No obstante, la opción Piñera para segunda vuelta no desagrada a destacados y conspicuos falangistas. De hecho, la opción Goic evita que muchos tengan que votar en primera vuelta por Piñera –que, además viene de familia DC.

En consecuencia, el nudo político a resolver a corto plazo es: hay lista parlamentaria única o no. Esta es la llave maestra que abre las otras puertas. Lamentablemente, para los negociadores el paquete viene completo, el espacio político se ha ido reduciendo y los tiempos políticos se acortan. Esta decisión va definir el futuro político no sólo de la falange, sino también la política chilena y el desenlace de la política reformista.


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