Mayo-2016
La renuncia de Auth al PPD –partido que
fundó con Lagos- es un hecho político –“un
pequeño terremoto”- que tiene efectos que van más allá de la coyuntura.
Luego de un largo proceso de reflexión –“distanciamiento
que se ha ido produciendo hace por lo menos 4 años”- llega a la conclusión
de que hay que irse de un partido dominado por un “socio controlador” llamado Guido Girardi y un operador llamado
Quintana –el padre ideológico de la tesis de la “retroexcavadora”-. Las razones de su salida las da el propio
afectado.
“No puedo
seguir en un partido que me provoca rabia, decepción… un partido que perdió su
energía y su vocación democrática… un partido que no me identifica, que ha
perdido el valor de la diversidad política interna… el partido que se entendía
como la síntesis de las luchas liberales con las luchas socialistas. La luchas
liberales por la libertad política y las luchas socialistas por la igualdad social…
Por lo tanto, el partido que quiere ser hoy día es otro distinto al que yo
concurrí a formar… al esfuerzo que encabezó Ricardo Lagos de constituir una social democracia
libertaria, moderna”.
La razón combina –según sus palabras-
tres situación: “la pérdida de
identificación política, la constatación de que el partido devino en una
propiedad privada con un accionista controlador… y el cansancio de dar
explicaciones de lo que no comparto de su línea política”. Sin embargo,
deja claro que sigue siendo diputado oficialista.
En el corto plazo, sus mayores críticas
–base de su renuncia- es el estilo de la conducción política del partido como
práctica, como ideología y como lenguaje. Para Auth, la conducción político del
partido ha sido errada y llena de verbalización que sólo han dañado al
gobierno: “El problema es la gestión
política: La verbalización revolucionaria para leer lo que es una reforma
moderada, verbalizar como retroexcavadora cuestiones propias de una reforma
socialdemócrata… -el PPD desde su conducción-… ha verbalizado como revolucionario lo que tenía vocación reformista”.
Para nadie es desconocido que el PPD está
atravesando una crisis que, para mucho es terminal. Hay quejas de todo tipo: no
hay democracia interna, hay poco espacio para el diálogo “partido monocolor”-, está dominado por operadores, feudos y
caciques y que no tiene solides ideológica. El PPD, en definitiva, es un
híbrido que se convirtió en una poderosa máquina de poder.
La renuncia de Auth es la expresión de un
partido quebrado en dos almas: los
reformistas, moderados y socialdemócratas y los partidarios de la tesis de la
retroexcavadora y del voluntarismo de Peñailillo. Este es, sin duda, el
trasfondo de la renuncia. A Pepe Auth, no le gusta el giro a la izquierda –tipo
“izquierda tradicional” del partido. Girardi,
responde afirmado que en el partido no hay ninguna izquierdización; lo que hay,
“es un giro hacia los derechos ciudadanos”;
y, por su parte, Quintana lo acusa de buscar protagonismo y que no está
sintonizado con las reformas del gobierno.
Auth, no está sólo en este camino: el malestar y el diagnóstico, es colectivo.
En esa dirección, no deja de ser curioso que siga perteneciendo a la Bancada.
El jefe de dicha instancia, el Diputado Ramón Farías, ha dicho que con el
renunciado “coincido con muchas de sus
críticas”; pero, prefiere dar la pelea desde dentro. Se especula que vienen
más renuncias: Brunner, Armanet, Tucapel Jiménez. Y del mismo modo, su decisión
va encontrando apoyo en distintas figuras del partido como Lagos Weber, Tarud,
Harboe, Bitar, Marco Antonio Núñez, Víctor Barrueto. De hecho, Harboe afirma
que su diferencia con Auth es “qué este
es mi último intento por aportar una visión
socialdemócrata moderna desde el interior del partido. Si la directiva no
acoge esta diversidad, habrá que repensar la continuidad”. En la misma
línea, Núñez afirma que su lista a la Vicepresidencia es la “última carta para rescatar al PPD”.
Las palabras de Claudio Hohmann hay que
leerlas en esa misma clave: la renuncia de “Auth
es la reacción de un político ante el desanclaje de sus compañeros de ruta con
el crecimiento y el desarrollo. No es el único ni será el último”. El mismo
renunciado afirma que “no estoy solo…
muchos creemos que el partido ha ido perdiendo su identidad”.
Lo anterior, no es extraño en un país que
cambia aceleradamente su anatomía y y sus fisiología política.
El trasfondo de la renuncia es evidente. Lo relevante,
desde el punto de vista político, es que el quiebre político e ideológico al
interior del PPD –un partido acostumbrado desde sus orígenes a convivir con la
diversidad y sin consistencia ideológica- forma parte del movimiento de la
tectónica del poder que se orienta a corto y mediano plazo a reformular, en
particular, el sistema de partidos -al menos, en el campo de la centroizquierda-,
y en general, el sistema político. Auth, ha dicho que espera participar de “esos
procesos”.
Si Pepe Auth no está sólo en estas
dinámicas, tampoco, lo está el PPD. En efecto, la situación que atraviesa el
partido de “origen instrumental” afecta a otros conglomerados como la DC y el
PS. Es más, podemos llevar estas pugnas al interior del gobierno y de la Nueva
Mayoría y destacar la presencia de los “reformistas” y “relativistas” cuyas
divisiones se ponen de manifiesto con el cambio de gabinete de mayo y el
cónclave de agosto.
Las
tensiones entre uno y otro bando cruzan a todos los partidos del oficialismo.
De algún modo, la disputa puede manifestarse entre los (neo) liberales
progresistas y los anti neoliberales, o si se quiere, entre una izquierda más
revolucionaria y tradicional, y una izquierda socialdemócrata, moderna y
liberal. Ha llegado el momento en que ambos bandos no pueden seguir conviviendo
ni en una coalición ni en cada uno de los partidos del oficialismo. Esta
disputa va seguir presente en los próximos años.
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