miércoles, 28 de enero de 2015

Los liberales chilenos y la emergencia del espacio liberal

Enero-2015

Uno de los cambios que nos trajo el nuevo ciclo político es la emergencia del espacio  y las fuerzas liberales. Entiendo por espacio liberal el lugar de las ideas y propuestas liberales –de todo tipo y signo- al interior de la dimensión espacial de la política chilena que hemos identificado durante décadas como el eje derecha-izquierda. Por fuerzas liberales el conjunto de partidos, movimientos y/o centros de estudio que se posicionan e identifican como liberales. Hay de todo tipo: desde la derecha hasta la izquierda y desde los clásicos hasta los progresistas.

La familia liberal desapareció de la escena política durante muchas décadas. Desde mediados de los ochenta comenzaron a emerger y a ganar un espacio. Desde entonces al interior de Renovación Nacional se fue incubando, desarrollando y posicionando un grupo de liberales liderados por Allamand y la extinta “patrulla juvenil”. Se instaló en dicho partido dos fuerzas que convivieron sin grandes tensiones durante dos décadas: los liberales y los conservadores.

De modo paralelo, en la centro-izquierda también se fueron incubando fuerzas liberales. A medida que la transición se consolidaba, el neoliberalismo se profundizaba y se consagraba la puerta giratoria entre el mundo privado y público, se consolidaban al interior de la DC sectores liberales de corte tecnocrático. Por el lado de la izquierda los socialistas liberales –instalados, principalmente en el PPD- ya tenían largos años de presencia y reflexión.

Junto a las fuerzas liberales tradicionales –de la derecha a la izquierda- han ido emergiendo nuevos sectores de liberales que no se sienten interpretados por tales fuerzas y que buscan posicionarse en el emergente espacio liberal. El panorama es amplio, fragmentado y diverso.

Hay movimientos políticos: Evópoli, Amplitud, Red Liberal y Fuerza Pública. Centros de pensamiento y reflexión: Fundación Balmaceda, Instituto Francisco Bilbao, Horizontal, Avanza Chile. Partidos políticos: Partido Liberal de Mirosevic que se autodefine como liberales progresistas y continuadores del liberalismo de Infante y Bilbao. Unos están a la derecha y otros a la izquierda. Uno más liberales en lo económico y otros más en político o valórico. Unos con antepasados en la derecha y otros en la centro-izquierda. Unos más políticos y otros más ideológicos. En fin, un amplio abanico de fuerzas que buscan un lugar en la escena nacional.

Estas son, por tanto, las fuerzas liberales que han ido emergiendo y se han ido posicionando en el nuevo ciclo de la política chilena. De modo paralelo, en la medida en que estas fuerzas han comenzado a participar de la política democrática, a buscar su identidad y su nicho político-electoral ha empezado a configurarse el espacio liberal; es decir, el lugar y el “domicilio político” desde donde hacer política y poner en marcha estrategias y tácticas de poder. A la fecha, el proceso es borroso y está en pleno desarrollo y construcción.

Lo único claro que se puede afirmar es que el espacio liberal se encuentra preferentemente en el “centro político”; en lo grueso, entre la DC y RN. No obstante, hay fuerzas liberales que en algunos temas y coyunturas se sienten mejor en la derecha –cuestiones económicas- y otros en la izquierda –cuestiones políticas asociadas a la profundización democrática y/o valóricas asociadas a las libertades individuales y civiles-.

El hecho de que las fuerzas liberales se posicionen preferentemente en el centro político genera que este “espacio” se fragmente en tres: cristianos, laicos y liberales. Mientras los dos primeros tienen una larga historia recorrida y un claro posicionamiento, los últimos tienen un largo camino por recorrer.  Construir cultura y tradición política no es algo que se haga en un par de años.

La instalación de las liberales en el centro político –sobre todo, Amplitud y Fuerza Pública- ha comenzado a provocar ruidos y molestias en el centro cristiano representado por la Democracia Cristiana. En ese sentido, la pugna entre la DC y los liberales de Velasco responde a cuestiones de fondo que tiene relación con una fuerte disputa por el electorado de centro. No hay que olvidar, que Velasco ya le ganó al Orrego en las primarias de la centro-izquierda. De hecho, las últimas disputas por la “doble militancia” cuyo caso emblemático es Mariana Aylwin hay que entenderlo en esa perspectiva.

Del mismo modo, no hay que olvidar que este centro liberal –Fuerza Pública- ya le quito votos a sectores de derecha al contribuir a la derrota de Allamand en las primarias presidenciales del 2013. La amenaza de Amplitud no es menor; sobre todo, si se instalan con fuerza y convicción en este espacio y busca representar a sector medios.

En este recorrido de las fuerzas liberales el acercamiento entre Amplitud, Fuerza Pública y Red Liberal a principios de noviembre del año pasado en torno a un conjunto de reformas políticas y una potencial primaria presidencial en el sector es un hecho político relevante e incierto. Relevante, porque la consolidación del espacio liberal depende directamente de esta posibilidad y porque estas fuerzas liberales van a dañar electoralmente a la derecha y a la DC. A su vez, incierto porque es un proceso en construcción y hoy no podemos decir con mediana certeza que van articular una alternativa municipal, presidencial y parlamentaria. El nuevo sistema electoral y la reforma al financiamiento de la política abren grandes oportunidades.

Lo que está claro, es que el espacio liberal depende para su consolidación de lo que hagan estas fuerzas ejes del emergente liberalismo. A su vez, estos liberales dependen para su consolidación y proyección de la captura del espacio liberal.


El nuevo ciclo político y social de Chile ha generado las condiciones para que una nueva fuerza política se instale entre las fuerzas tradicionales de la política chilena. Ahora, veremos como el olfato y la habilidad política de sus líderes se articula para construir una alternativa competitiva con vocación de poder.

jueves, 22 de enero de 2015

Política, Empresa y Poder: A propósito del caso Penta

Enero 2015

La arista política de caso Penta ha actualizado dos situaciones relevantes para la calidad de la democracia y su profundización: el financiamiento de la política y la relación entre empresa y poder.  En ambos casos, el dinero, el capital y la empresa juegan un rol decisivo.

El financiamiento de la política con dinero privado genera tres efectos negativos para la democracia: condiciones desiguales de competencia democrática, “sospechas” de que el dinero que llega a la política desde la empresa incide en las decisiones de los “políticos” y fisuras en el sistema político. El caso Penta no sólo ha puesto en evidencia estas tres “enfermedades” de la democracia, sino también ha generado las condiciones políticas para volver a preguntarse acerca de ¿quién y cómo se financia la política y la democracia?

En este contexto, la élite avanza hacia una nueva fórmula de financiamiento que genere una democracia más competitiva, sin influencia del dinero y un sistema político con mayor prestigio y credibilidad.

El caso Penta, también puso en la coyuntura la relación existente entre empresa y poder. Se podrá eliminar la influencia del dinero privado en la política, en la toma de decisiones y en la competencia electoral; pero, la empresa y el capital seguirán siendo relevantes, fundamentales  y decisivos en la configuración del orden existente, es decir, en el tipo de sociedad y de país que estamos construyendo. La empresa y el capital podrán dejar de tener influencia sobre los “políticos” por la vía del financiamiento directo e indirecto de la actividad; pero, seguirán disponiendo de un conjunto de otros dispositivos por medio de los cuales van a seguir siendo un actor influyente en el orden moderno y capitalista.

En el orden neoliberal la política está subordinada al mercado y al capital. Esto ocurre, porque la política ha perdido su capacidad de transformar el mundo y articular proyectos colectivos. La política ha sido derrotada por el mercado y los políticos por los empresarios; el Estado por la empresa y lo colectivo por el individualismo; en definitiva, el ciudadano por el consumidor.

El mecanismo que usa la empresa y el capital para configurar un mundo a su “imagen y semejanza” es el discurso publicitario. La publicidad tiene la función no sólo de interpelar para que los productos se vendan y consuman, sino también transporta contenido ideológico con el objetivo de comunicar el discurso de la modernidad expresado en estilos de vida, modas, gustos, deseos y tendencias de consumo. La publicidad, por tanto, es el dispositivo estratégico que usa el capitalismo para transitar de la necesidad al deseo. Es un dispositivo de poder que busca interpelar, seducir y modelar.

En ese camino, el discurso de la publicidad se convierte en ideológico. Las interpelaciones ideológicas del discurso publicitario se presentan de tres modos: la interpelación que define lo que es, de lo que no es; lo deseable, de lo no deseable y lo posible, de lo imposible. Es un discurso que, en definitiva, articula tres dimensiones: visión de mundo, deseos-necesidades y esperanzas-proyectos.

En definitiva, aunque el capital y los grandes grupos económicos no financien la política seguirán siendo el centro neurálgico desde donde se construye sociedad. La política, los políticos y las instituciones de la democracia han perdido esa capacidad. La debilidad y el desprestigio de la actividad política residen en que el “proyecto” de país que queremos no se construye desde el espacio público democrático, sino desde el mundo privado de la empresa. Por lo menos, así  ha sido durante los últimos 40 años.


Uno de los rasgos del nuevo ciclo político es que la democracia ha comenzado a recuperar soberanía. Para fortalecer esa tendencia es de máxima necesidad –aunque no suficiente- financiar la política con recursos públicos de manera equitativa y proporcional. Lo relevante, sin embargo, es que el proyecto colectivo del país se defina y construya desde y con las instituciones de la democracia y no por medio de las instituciones del mercado. 

jueves, 15 de enero de 2015

El giro de amplitud. De la "derecha" al "centro liberal"

Enero 2015
Amplitud ha cumplido un año de existencia política. El balance, sin duda, es positivo y alentador. Positivo, porque han ido cumpliendo sus metas territoriales, organizacionales y han sido exitosos en su posicionamiento político; y, alentador, porque si su diagnóstico sobre la “realidad chilena” es correcto gozarán de buena salud por lo próximos años. Durante este primer año de existencia su acción política estratégica ha estado orientada en dos direcciones: construcción de partido y rol político en busca de un lugar en el juego político. Ha sido un año de “siembra”. Para Amplitud, no hay “aplanadora” ni “retroexcavadora”; al contrario, han instalado un concepto: “sembradora”.

En el primer caso, no sólo se trata de construir orgánica e inserción territorial, sino también de fundar su acción política sobre una idea fuerza central: la libertad. Las ideas están por delante han insistido desde Amplitud. Desde el punto de vista de la organización comenzaron en marzo recorriendo el país con el lema “Ampliando Chile”. A fines de marzo, abren su sede central y desde abril comienza a funcionar el comité político y el comité ciudadano. Luego, vendrá el comité profesional, las comisiones sectoriales –salud, educación- y el comité electoral. Lentamente, por tanto, se han ido insertando en la política chilena.

Hoy, a un año, anuncian elecciones internas por medio del voto electrónico. Al mismo tiempo, observamos, que en los hechos funcionan como partido y que tienen una amplia red de adherentes y representantes. Hay de todo: parlamentarios, consejeros regionales, alcaldesa, concejales, ex funcionarios de Piñera, ex miembros de Red Liberal, ex militantes RN.

En relación al rol político su acción ha estado orientada a posicionarse en la coyuntura nacional como un referente válido y articulador de acuerdos en una “posición” que oscila entre el centro y la derecha. Esta búsqueda –que de alguna manera coincide con la construcción de “identidad”- se ha venido manifestado por medio de tres tácticas de poder: tener claro que Chile ha cambiado, instalar posición frente a los más diversos temas de la coyuntura nacional y tender “puentes” y articular acuerdos con fuerzas de todo el espectro político.

En Amplitud, hay plena conciencia de que “Chile ha cambiado” y que se necesitan cambios y “reformas”. Sin duda, el movimiento ha cooperado en los temas valóricos y políticos. A su vez, ha mostrado distancia con la reforma tributaria, educacional y laboral. Desde el primer día el movimiento se mostraba abierto “al debate de las reformas… para lograr los cambios que profundicen nuestra democracia y acojan las transformaciones sociales que los chilenos necesitan”. Días más tarde, Lily Pérez en su carta renuncia afirmaba que “Chile cambió… seguiré apoyando ese cambio que nuestra sociedad nos pide día a día”. Tiempo después, Karla Rubilar insistía en “no le tememos a los cambios, estamos dispuestos a cruzar fronteras… vamos a trabajar en torno a las reformas que vienen… Chile cambió y a Amplitud le gustan estos cambios”.

Cómo una forma de posicionarse y encontrar su “identidad” han ido instalado “posición” sobre un amplio conjunto de temas: temas valóricos -fijan posición favorable en torno al aborto terapéutico, auto cultivo de marihuana y matrimonio igualitario-; reformas políticas –voto chilenos en el exterior, fin binominal y financiamiento de la política-. En agosto, no sólo hacen indicaciones al proyecto de reforma educacional, sino también presentan una propuesta alternativa y a fines de mes condenan las violaciones a los D.D.H.H. cometidas durante el régimen de Pinochet.

Finalmente, desde el primer momento han buscado acercamiento e instalar “puentes” con distintos actores de la política y del mundo social: del gobierno al Movilh y de Velasco a Piñera.

Se observa, en definitiva, que el posicionamiento político de amplitud ha transitado en este año de la “centro-derecha” al “centro liberal”. De este modo, cada día están más lejos de la Alianza y potencialmente de la opción Piñera. En su manifiesto fundacional y en las primeras declaraciones hay una clara identificación con la derecha o la “centro-derecha”. De hecho, explican su quiebre por la necesidad de “ampliar” las bases de apoyo del sector y recuperar los votos perdidos por la alianza. En esta posición están durante largos meses.

Sin embargo, desde octubre –sobre todo, desde su primer congreso- se comienza a consolidar la tesis del “centro liberal” y a configurar un acercamiento con Red Liberal y Fuerza Pública. Desde entonces, el movimiento comienza entenderse a sí mismo como de centro.

Este es, el hecho político más relevante no sólo para su corta existencia, sino también para el sistema político en general. En primer lugar, porque da cuenta de la consolidación del espacio liberal en el Chile del nuevo ciclo social y político; y, segundo, porque se instala –potencialmente- una fuerza política que viene a romper el eje Alianza-Concertación, o si se quiere, la política duopolica del SI y del NO.

El hecho, también es políticamente relevante porque su presencia debilita política, ideológica y electoralmente a la Alianza –RN, UDI, Piñera- y al centro político –principalmente, la DC-. Este año será crucial para el desenlace de estos movimientos de la tectónica del poder.


En definitiva, Amplitud ha encontrado un nicho político: el emergente espacio liberal. Pero, su gran peligro radica en que son culturalmente de izquierda, económicamente de derecha y políticamente de centro. Y además, muy leales al legado y al liderazgo de Piñera.

miércoles, 7 de enero de 2015

La derecha y la "libertad de elegir"

Enero-2015

La derecha política chilena hace un poco más de un año era derrotada política y electoralmente de manera contundente. El sueño de la sucesión y de romper la tesis “del paréntesis” se hace trizas. Desde ese momento comenzó un proceso de transformación que se venía insinuando desde hace largos meses y que podría describirse como de “re-fundación, ajuste, adaptación y/o re-estructuración”. Lo único claro era que había que cambiar; por lo menos, aparentarlo.

La crisis de la derecha –se ha llegado a afirmar que “no existe” y/o que “está muerta”- es el diagnóstico dominante. El desafío político era y es, por tanto, generar los cambios necesarios para adaptarse y ser competitiva en la nueva fase político-social del país. Eso es lo que ha realizado el sector durante el 2014. De hecho, sus proyecciones apuntan a que durante este 2015 debe estar materializada “en mínimos comunes, estructura y funcionamiento”. En definitiva, convertirse en un pacto político –y electoral- que culmine con un buen resultado municipal, con un proyecto país, con un programa de gobierno y con un candidato único surgido de “primarias”.

En consecuencia, en un año más, la derecha política debe estar en condiciones y lista para empezar dos años cruciales -2016 y 2017- en el que la competencia electoral define elecciones municipales, de Intendentes, de Consejeros Regionales, de Parlamentarios y presidenciales. Aún más, debería hacia Mayo o Junio del 2017 enfrentarse internamente en primarias. ¿Hará primarias el sector?

¿En qué condiciones esta la derecha para enfrentar estos eventos?

La derrota del sector en las últimas presidenciales y parlamentarias no sólo fue política y electoral, sino también ideológica. Política, porque perdieron la capacidad de conducción y liderazgo político; electoral, porque la derrota fue contundente; e ideológica, porque sus ideas se han debilitado y se ven enfrentados a una ofensiva “reformista”.

En consecuencia, sobre este piso no sólo han debido convertirse en una oposición que defiende el modelo, sino también han comenzado a generar condiciones favorables para sus proyectos y para volver a La Moneda. Como están las cosas –incluido caso Penta-, las posibilidades de volver al gobierno son nulas. Es más, el naufragio electoral podría profundizarse.

La apuesta del sector si bien está enfocada en convertirse en una coalición política amplia que se materialice durante el 2015, las mayores fichas están puestas en que el liderazgo de Bachelet se debilite y con ella sus apoyos políticos –la Nueva Mayoría y sus potenciales presidenciables- por efecto de un conjunto de reformas que van en contra del “sentido común”, sobre todo, de la clase media. De este modo, el fracaso de la “era de las reformas” es directamente proporcional a sus posibilidades de volver a La Moneda. Las encuestas y la desaceleración económica son sus principales aliados.

Para convertirse en coalición política no sólo necesitan programa y proyecto, sino también liderazgo. En ambas dimensiones también tienen problemas. El tema del liderazgo es complejo por cuanto el campo político del sector está altamente fragmentado. De hecho, este aspecto es uno de los cambios fundacionales que han ocurrido en el sector: Pasaron de dos referentes –RN y la UDI- a cinco –a lo menos-: UDI, RN, Evópoli, Amplitud –que parece cada día más lejos- y el piñerismo.

Este último, sin duda, es el que tiene mayores posibilidades de articular y liderar al sector. Para nadie es desconocido el hecho de que el ex Presidente Piñera tiene voluntad de poder y la capacidad de liderar y conducir políticamente al sector. De hecho, en la escena pública hay un Piñera anterior y posterior al evento de Ranco a mediados de diciembre. Sus entrevistas posteriores lo confirman. Es más, la única posibilidad unitaria es bajo la conducción de Piñera.

No obstante, la dispersión es de tal magnitud y los conflictos tan profundos que las posibilidades de la unidad presidencial son mínimas. Piñera va dar la pelea. No cabe duda. También, ante tal desorden e incapacidad para conducir y articular, puede bajarse de la carrera. En ese escenario, todos a competir en una primera vuelta.

Por el lado del programa y del proyecto las cosas son menos complejas. No obstante, difíciles por cuanto hoy el sector no tiene nada. Todo lo gasto en su gobierno. De hecho, en su gestión construyeron programa, mas no, proyecto. Hoy deben hacer las dos cosas. Sin embargo, la “era de las reformas” ha ido generando un espacio ideológico para que el sector pueda reconstruirse desde el punto de vista político.

En efecto, frente a la oleada que han llamado de distinta manera, “estatista, socializante, colectivistas, igualitarista” y de muchos otros modos, han comenzado a refugiarse en una idea que tiene la capacidad de articular al sector, de darle identidad y de seducir a importantes sectores ciudadanos: la libertad.

Frente a un gobierno que reduce la “libertad de elegir” y ahoga el emprendimiento, tienen la gran posibilidad de construir una contrapropuesta que apunte a que el país recupere su “libertad”; es decir, la posibilidad de que los padres puedan elegir un colegio para sus hijos –limitados por la reforma educacional- y los capitales pueden recuperar su vocación de generar riqueza –limitada por la reforma tributaria y la reforma laboral-.


Sin duda, por este camino no sólo están las claves para el futuro posicionamiento político del sector, sino también para entender que la próxima contienda electoral –presidencial y parlamentaria- se define en función de si las reformas se profundizan, se consolidan o se revierten.