La CEP se instala nuevamente en la coyuntura. Y cómo siempre, generando
impactó y convirtiéndose en un actor político que genera efectos de poder. Luego
de las últimas tres encuestas -en las que fueron fuertemente criticados sus
resultados por la derecha en la de julio y octubre del 2013 y por la Nueva
Mayoría en julio del 2014-, se instalan con gloria y majestad en la coyuntura.
Como siempre, el tablero político es remecido.
Mientras en julio y octubre del 2013 los resultados presidenciales y
electorales de la derecha fueron cuestionados por el sector, en julio del
presente año correspondió hacer la crítica a los resultados arrojados sobre la
reforma educacional. En efecto, en esas mediciones se dio cuenta del derrumbe
electoral de la derecha y de que la gente no quería reforma educacional.
Obviamente, hubo resistencia de ambos lados.
No obstante, la última CEP no ha sido desmentida ni criticada por
nadie. El turno de usar sus resultados para fundamentar –lo que estaba en el
aire político- la pérdida de apoyo ciudadano del gobierno y de la propia
Bachelet alcanzó a todos los sectores. Nadie ha puesto en duda sus resultados.
Ni siquiera desde el gobierno; que, es el gran perdedor de la encuesta. Vemos,
por tanto, que los resultados CEP son funcionales y útiles para todos –o casi
todos- los actores de la política.
Pero, ¿cuál es el mérito
político de la última la CEP?
La encuesta, vino a ratificar, consolidar y convertir en “verdad absoluta” el hecho político de que
el liderazgo de Bachelet se debilita –“no
es eterno”, se ha dicho- y con ello, el gobierno y su programa de
“transformaciones estructurales”. En efecto, la CEP viene a ratificar lo que han venido mostrando desde
hace algunos meses otros estudios de opinión pública; principalmente, el
track de Adimark y de Cadem. Veamos.
Aprobación-Desaprobación Bachelet. La primera CEP del año y del nuevo ciclo
presidencial muestra una aprobación a Bachelet del 50%. La última CEP da cuenta
de una baja de 12 puntos –entre julio y noviembre- al ubicarse en el 38%. A su
vez, la desaprobación sube del 29% al 43% -alcanzando en cinco meses un alza de
14 puntos porcentuales-. Por su parte, la medición mensual de Adimark nos
muestra una caída en la aprobación de Bachelet de 12 puntos porcentuales entre
marzo y noviembre al descender del 54% al 42% de aprobación. Al contrario, hay
un alza en la desaprobación al subir en los mismos meses del 20% al 52%.
En Julio, cuando la CEP marcaba una aprobación del 50%, la aprobación en la
Adimark era de 54%. En noviembre,
cuando la CEP marca una desaprobación
del 38%, la encuesta Adimark marca un 37%. Se observa, por tanto, que entre
julio y noviembre la baja en la aprobación de Bachelet es de 12 puntos en la
CEP y de 11 puntos porcentuales en la
Adimark.
En Julio, cuando la CEP marcaba una
desaprobación del 29%, la desaprobación en la Adimark era del 36%. En noviembre, cuando la CEP marcaba una
desaprobación del 43%, la Adimark marcaba una desaprobación del 52%. Se
observa, por tanto, que entre julio y noviembre el alza en la desaprobación de
Bachelet es de 14 puntos en la CEP y de 16 puntos en la Adimark.
Finalmente, la medición semanal de Cadem nos muestra que su primera
medición del período correspondiente a la semana del 13 de marzo la aprobación de Bachelet es del 52%. En
esa línea, el promedio del primer mes de gestión es del 53%. A su vez, el
promedio de julio es del 51% y de noviembre es del 39%. Es decir, la Cadem
también capta el desplome de la aprobación en cinco meses. En relación, a la desaprobación hay un alza entre marzo y
noviembre de 28% puntos porcentuales al pasar del 22% al 50%. También, se
ratifica la tendencia.
Aprobación-Desaprobación Gobierno. En Julio la CEP no entrega esta
información. No obstante, las cifras son proporcionadas por Adimark. En esa
dirección, la aprobación del gobierno
en marzo es del 55% y en noviembre del 37%. En julio, es del 48%. En
consecuencia, entre marzo y noviembre hay baja en la aprobación de 18 puntos
porcentuales. Entre julio y noviembre, la baja en la aprobación es de 11 puntos
porcentuales.
A su vez, la desaprobación del
gobierno en marzo es del 22% y en noviembre del 58%. En julio, es del 42%.
En consecuencia, entre marzo y noviembre hay un alza en la desaprobación de 32
puntos porcentuales. Entre julio y noviembre, el alza en la desaprobación es de
16 puntos porcentuales.
La encuesta Cadem no pregunta directamente sobre la aprobación del
gobierno –como lo hace la Adimark-. La pregunta que se le asemeja a lo que hace
la Adimark es sobre si aprueba o desaprueba el desempeño de los ministros. En
esa dirección, se observa que en primer lugar no es una pregunta que puede
graficar tendencia. No obstante, la pregunta se hace en la última semana de
noviembre –por lo menos, así lo muestran los informes públicos del estudio- y
muestra que un 38% aprueba el desempeño de los ministros y un 55% lo
desaprueba.
En síntesis, los datos entre los distintos estudios son consistentes y
relativamente similares; por lo que, la tendencia y su evolución es evidente y
clara. Insisto, la CEP sólo vino a confirmar tendencias ya en curso.
Aprobación-Desaprobación a las Reformas estructurales. En general las encuestas
muestran que el apoyo a las reformas del gobierno se ha ido debilitando. Si nos
concentramos en la reforma educacional, vemos que en la CEP de julio de este
año mostro que la gente no quería reforma: dijo –en esa encuesta- que si al
lucro, si a la selección y si al copago. Incluso, el tema educacional no estaba
entre las prioridades de la gente. Curiosamente, en la última medición –cuando
el clima ciudadano y político es más
adverso- se instala “la educación” como el primer problema al que el
gobierno debiera abocarse. En la medición anterior, era la salud y la
delincuencia la prioridad. La última medición –¿curiosamente?- no incorpora
preguntas sobre la reforma educacional.
La adimark, a su vez, nos muestra que entre mayo y noviembre estar “de
acuerdo” con la reforma educacional baja del 58% al 36%; es decir, 22 puntos
porcentuales. A su vez, el “no estar de acuerdo” sube del 33% al 56%; es decir,
23 puntos porcentuales. Al mismo tiempo, muestra que el ministro Eyzaguirre
entre marzo y noviembre baja su aprobación del 64% al 32% y su desaprobación
sube del 23% al 63%.
Por su parte, el track semanal de Cadem muestra que la aprobación hacia
la reforma educacional baje entre abril –la última semana- y noviembre
–promedio mes- del 60% al 33%. La baja se ha intensificado desde la última
semana de octubre. Al contrario, la desaprobación sube en ese mismo período del
31% al 54%.
Los atributos. En este ítem se da cuenta
de cómo le liderazgo sacro –en algún momento de Bachelet- comienza diluirse.
Aquí, surgen las principales alarmas. Los datos, son consistentes con lo que
ocurre con el desplome de su aprobación y alza en su desaprobación. En la CEP
se observa una baja en todos sus atributos medidos entre julio y noviembre:
debilidad-fortaleza; habilidad y destreza; confianza y cercanía-lejanía. La
Adimark, si bien muestra una baja significativa en todos sus atributos entre
marzo y noviembre –respetada, liderazgo, creíble, capacidad resolver crisis,
solucionar los problemas del país, confianza, activa, cuenta con autoridad-
logra en todos mantenerse sobre el 50% en el “cumplimientos de tales
características”.
La realidad se hizo evidente. La CEP, por tanto, viene a develar lo que
ya estaba instalado. Desde entonces, se abre una coyuntura en que cada actor
utiliza sus datos para sus fines. Las especulaciones comienzan cuando la
mandataria termina inesperadamente una visita a la octava región. Los rumores y
presiones para un cambio de gabinete se intensifican. No hay cambio de gabinete
en función de las encuestas dice Elizalde; da lo mismo el cambio, si la receta
es mala se escucha desde la UDI, no es lo relevante afirma Andrade. Viene
pronto o antes de marzo es parte de los ecos de cambio. La CEP pone de
manifiesta el “déficit político” del gobierno.
Las razones para este desplome son variadas. El gobierno responsabiliza
a la desaceleración económica; otros, a que el gobierno escucho a la calle y
actúo en función de esa demanda; otros, que se alejado de las prioridades
ciudadanas –al punto, que el senador Navarro afirma que la nueva constitución
no es una prioridad de la gente-; otros, al “déficit político” al no saber ni
poder conducir ni administrar políticamente las reformas y sus tiempos. La
“soberbia” y la “incertidumbre” también ha sido parte de las interpretaciones. No
podemos olvidar, finalmente, el rol de la oposición y los “autogoles” de la
Nueva Mayoría.
La “verdad” que devela la CEP –tal como otros estudios lo vienen
anunciando- muestra, en definitiva, que el liderazgo sacro de Bachelet ha
comenzado a debilitarse y que la “era de las reformas” pasa por un momento
crítico –aun cuando, algunos lean la encuesta como que hay un apoyo “implícito”
a las reformas-.
La coyuntura, el clima político y los intereses en juego –que son
muchos y millonarios- han comenzado a desacralizar
el liderazgo de Bachelet. Se ha hecho evidente que no es “eterno” ni
tampoco incombustible. Bachelet, ha bajado a la tierra del poder. Ha llegado el
momento de ponerse el overol y poner en juego su capital político. Y al mismo
tiempo, poner en la mesa el fortalecimiento de la educación pública y llevar la
reforma a la sala.
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