Octubre-2013
La coyuntura política
que se manifestó en torno a los 40 años del golpe militar puso en la escena
pública -como ocurre cada cierto tiempo— el proceso latente de “refundación” que vive la derecha
chilena. No obstante, se trata de una dinámica que deja más interrogantes que
certezas: ¿es conceptualmente correcto hablar de refundación?, ¿en qué consiste
esa refundación?, ¿es real, que se está configurando una nueva derecha?, ¿es
viable políticamente una nueva derecha?, ¿acaso, no es más adecuado hablar de “derechas” que de “derecha”?, ¿y a parte de separarse del gobierno de Pinochet, qué
otra ruptura tiene que hacer con su pasado más reciente?
De que lo no hay
duda, es que la derecha chilena está en crisis. Y ello, es la primera condición para transitar hacia
una nueva derecha o si se quiere hacia una refundación. La crisis del sector es
de una magnitud tal que en pocos meses tuvo que convivir con un deprimido
–Longueira--, con un vetado –Allamand— y con un suicidado –Mena--.
El contexto social y
político que caracteriza al país hoy es otra
condición favorable para la dinámica refundacional o de “reformulación adaptativa” como prefiero
llamarla. Ya es parte del paisaje afirmar que el país está en un nuevo ciclo social y político.
Estas dos condiciones
se articulan en la afirmación de que la derecha vive una situación de crisis y
debilidad en un contexto social y político distinto al que genero las
condiciones para llegar a La Moneda en marzo del 2010. En consecuencia, la derecha tiene que reformularse y/o refundarse para ser
competitiva en el nuevo escenario político.
¿Qué significa refundarse? El diccionario de la RAE dice que refundar es
“volver a fundar algo y/o revisar la
marcha de una entidad o institución, para hacerla volver a sus principios
originales o para adaptarse estos a los nuevos tiempos”. Por tanto, la “refundación”
de la derecha implica cambiar y dejar de ser lo que es hoy y comenzar a ser
algo nuevo y distinto en el contexto de la nueva realidad.
Entonces, ¿qué implica una derecha refundada o una
“nueva de derecha”? Podemos
aproximarnos desde tres perspectivas: política, economía y valores.
En el plano de la política la derecha para
refundarse no sólo debe competir en un sistema democrático sin subsidio político, sino también debe
romper con el lado oscuro de la
dictadura.
La derecha debe
aprender a competir en la construcción del orden social desde la igualdad
democrática. Es decir, sus proyectos e ideas deben validarse en el juego
democrático. No hay que olvidar que el modelo neoliberal no sólo se impuso por
medio de una dictadura sin deliberación colectiva ni legitimidad de origen,
sino también fue defendido durante los gobiernos de la concertación por medio
de un sistema que combina “lógica binominal” y altos quórum legislativos. En
consecuencia, no habrá nueva derecha ni
refundación mientras el sector compita en el juego democrático y deliberativo
con subsidio político.
Por otro lado, la
distancia que se mantenga con el lado negro de la dictadura –las violaciones a
los DDHH— es otra variable política
que contribuye a identificar los contornos de esta potencial refundación. Una
derecha refundada –la nueva derecha-- debe
estar distante de Pinochet y su
gobierno de represión sistemática. Sin
embargo, separarse política y moralmente de lo que fue el gobierno de Pinochet no es suficiente para instalar y consolidar
un proceso de refundación política. Piñera, con las tesis de los “cómplices pasivos” y con la acción de
cerrar el penal Cordillera intenta dar ese salto y quedar fuera y distante del
brazo represor del gobierno cívico-militar.
Piñera, fue exitoso
en instalar en el sector una cuña entre unos y otros; entre los pinochetistas y
los no pinochetistas; entre los que los que fueron “cómplices pasivos” y los que no lo fueron; entre lo que dijeron NO
y los que dijeron SI. No obstante, el
problema político para el piñerismo es que en esta aventura son pocos en el
sector los que pueden con él, cruzar esa frontera. De hecho, esta es una de
las “fracturas históricas” del
oficialismo: “el pasado nos separa”
afirma la vocera del comando presidencial, Lily Pérez. En realidad, el pasado no
los separa tanto como se pretende o como quieren: si no los separó durante más
de dos décadas, ¿por qué tendría que ocurrir hoy?
El problema para la
derecha es que Pinochet es una figura
polisémica. En efecto, mientras por un lado instaló un Estado terrorista,
por otro pone en marcha no sólo un modelo de desarrollo económico, sino también
un tipo específico de sociedad. Pinochet hizo, en definitiva, una revolución.
Pinochet y sus apoyos civiles fundaron un nuevo Chile.
La derecha, en
consecuencia, no puede pretender disociar el hecho de que la sociedad
neoliberal se diseño y puso en marcha bajo
el soporte de una dictadura que tenía el poder de decidir sobre la vida y la
muerte de unos y otros. La derecha, no puede pretender distanciarse de lo malo
de la dictadura –las violaciones a los DDHH-- y de felicitarse de lo bueno –el
neoliberalismo--. En consecuencia, ambos momentos son indisolubles y parte de
un mismo proyecto.
En el plano de la economía, la refundación de
la derecha pasa por una reformulación o actualización de su pensamiento y
práctica económica.
Las ideas económicas
de la derecha son las que fundaron el modelo neoliberal chileno. Son las ideas
que se consolidaron en democracia bajo los gobiernos de la concertación. Son
las ideas que han sido la carta de navegación de la gestión Piñera. Para la
derecha, son las ideas que nos llevaran al desarrollo y a superar la pobreza.
Aquí, por tanto, encontramos el segundo
problema para la refundación: ¿acaso, la nueva derecha va dejar atrás su
fundamentalismo económico en pro de su proceso refundacional?, ¿acaso, va dejar
pasar la oportunidad de encontrar unidad ideológica –y política— en torno a la
economía?
En consecuencia, la
defensa y la apología que el oficialismo hace del modelo son un freno para la
refundación debido a que la nueva fase social y política del país tiene entre
sus rasgos una fuerte impugnación al modelo y sus principales ejes operativos.
Entonces, ¿cómo se puede refundar el sector, si sigue pensando lo mismo en
materia económica?, ¿cómo se va refundar el sector si todo es mercado y
mercantilización?, ¿cómo se va refundar el sector, si el Estado solo debe
regular?, ¿cómo se va refundar el sector, si va seguir pensando la economía
como un orden “puro y perfecto”?
Pueden, en
consecuencia, estas ideas frenar los cambios estructurales que se le quieren
introducir al neoliberalismo chileno. ¿Puede, la derecha chilena en el nuevo
escenario político seguir haciendo apología del crecimiento ilimitado y del
mercado sin límites ni regulaciones?, ¿acaso, va usar las mismas ideas
económicas para defender el modelo y los ajustes a los que va ser sometido?,
¿acaso, piensa que todo se reduce a los abusos de la empresa sobre los
consumidores?, ¿acaso, va seguir afirmando que lo que funciona mal en el plano
de la economía es porque no hay competencia?
Finalmente, en el plano de la cultura y los valores una
nueva derecha debe actuar de modo distinto a como lo ha hecho los últimos 25
años. No puede desconocer que a la mayoría de los debates valóricos no sólo ha
llegado tarde, sino también se ha opuesto a legislar ubicándose en posiciones
conservadoras que tarde o temprano terminan debilitándose. Los ejemplos son
varios: divorcio, ley de filiación, la píldora del día después, libertades civiles, matrimonio
igualitario, aborto terapéutico y AVP, etc.
Parece haber en la
derecha chilena un desfase entre las grandes tendencias culturales de las
sociedades modernas y su visión de lo que debe ser una sociedad “en orden” y tradicional. ¿Acaso, la
“nueva derecha” tendrá una actitud no defensiva frente a estos temas?, ¿acaso,
la derecha va comenzar a reconocer y legitimar la diferencia?
Finalmente, otro problema para la refundación es que
no se puede hablar de la derecha como si fuera algo único y uniforme. De hecho,
hay varias derechas: Los gremialistas ortodoxos, los gremialistas populares, la
derecha piñerista, la derecha pinochetista, la derecha conservadora, la derecha
liberal, la derecha social de Ossandón, la derecha joven y emergente. La
convivencia de estos sectores ha sido difícil a lo largo de estos años. No
obstante, ello no fue obstáculo para formar un pacto político y llegar a La
Moneda. Los separa el pasado y los valores; los une la economía y la racionalidad
de clase.
En consecuencia, cada
partido, grupo o liderazgo no sólo tiene su propia agenda, sus ritmos, su
historia y sus lealtades, sino también su propia subcultura político-ideológica.
Nadie puede pretender generalizar la operación Piñera. Nadie puede pensar que
la derecha es un todo que se mueve como un bloque indiferenciado; y que la
pretendida “refundación” es algo que
comprende y compromete al sector en su conjunto. Hoy, la refundación no es posible.
Por tanto, hoy me parece exagerado hablar de que la
derecha está inmersa en un proceso de reflexión y de refundación político-ideológica. Por ello, es más
adecuado hacer referencia a que la derecha está inmersa en un proceso de reformulación y posicionamiento político
que tiene como horizonte adaptarse a las condiciones sociales, políticas y
económicas de la nueva fase política.
Lo que ocurre en el
sector, por tanto, es un reposicionamiento
y/o “reformulación adaptativa” de los
distintos liderazgos en la perspectiva de la nueva fase social y política.
Cada
subsector comienza a moverse y a mirar el futuro. Eso, es lo que ha hecho
Piñera con la coyuntura de los 40 años del golpe. La elección de noviembre será
fundamental para conocer el desenlace de este proceso. Y del mismo modo, hay
que estar atento a lo que va suceder en las próximas internas de cada partido.
Por ahora, son los
mismos rostros, las mismas prácticas, las mismas ideas, los mismos partidos,
los mismos liderazgos, la misma historia y el mismo pasado: ¿es posible
refundarse con estos antecedentes?
Sólo las nuevas generaciones están en condiciones
políticas, morales e ideológicas de construir una derecha distinta a la que se
refundó a principios de los ochenta y que desde los noventa se dedicó a
defender el modelo de sociedad que diseño en “complicidad” con el pinochetismo. Quizás, asistimos a otro
desalojo. Todo está por suceder.
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