Octubre-2012
El
resultado de las municipales será la oportunidad para evaluar el estado de la
“crisis en la política” y el malestar social-ciudadano que recorre Chile. Entonces,
este diagnóstico ¿se va expresar en
términos electorales? y si es así,
¿de qué manera?
La
respuesta a esta pregunta se realiza –en un primer momento- a través de la abstención electoral. Las últimas
semanas hemos visto una preocupación en la clase política que estima que en
estas elecciones la abstención será alta; la funa al proceso electoral por
parte de unos adolescentes, los datos que arrojan diversas encuestas, el
llamado de dirigentes universitarios a participar, los intentos del gobierno
por facilitar el derecho –locomoción gratis, carnet vencido, uso del pasaporte,
campañas comunicacionales- y el debate en torno a lo poco conveniente que fue
impulsar el voto voluntario, son las señales que estarían dando cuenta que la
abstención sería alta.
La
abstención electoral hay que observarla en tres dimensiones: las cifras que se
viene manifestado desde el ’89, la comparación con los que ocurría en el Chile
pre ’73 y con la experiencia de otras democracias. Esta perspectiva permite
entender la coyuntura actual sin el dramatismo que se le atribuye.
En
primer término, la abstención histórica
desde el ’89 en el plano presidencial, parlamentario y municipal ha ido aumentando. A nivel presidencial
y parlamentario entre el ’89 y el 2009 se paso del 5,3% al 12,3%; y a nivel municipal entre el ’92 y el 2008 del
10,2% al 14,3%.
El
promedio histórico a nivel presidencial, parlamentario y municipal es del 9,8%,
10,8% y 12,7% respectivamente. Se observa, por tanto, que la elección municipal
es la que muestra los mayores niveles de abstención. En tercer lugar, si el
análisis lo hacemos en perspectiva temporal vemos que en los tres niveles hay
un alza sostenida y sistemática. A nivel municipal en el ’92, ’96, 2000, 2004 y
2008 la abstención llega al 10,2%, 12,3%, 12,4% 14,2% y 14,3% respectivamente.
Comparativamente
con lo que ocurre en el Chile pre ’73 se trata de cifras relativamente bajas.
De hecho, la abstención en las municipales del ’63, del ’67 y de 1971 es del
22%, 25% y 26% respetivamente. Incluso, la experiencia internacional muestra
–nuevamente- que se trata de cifras que no debieran generar alarma. No
obstante, desde los noventa la abstención ha ido aumentando de manera
significativa. En Francia en los últimos comicios supero el 40%, en Grecia
llegó al 38%, en España al 30% y en Argentina al 30%.
¿Qué va suceder en estas municipales?
Hay que considerar cuatro elementos: a)
que la coyuntura esta cruzada por una “crisis en la política” expresada en un
creciente malestar, b) que el padrón
electoral a nivel municipal aumenta en 5.3 millones de electores
respecto a 1992 y en 5.5 millones en relación al 2008, c) que el voto es voluntario –lo que es sumamente relevante- y d) que los nuevos electores, son
principalmente jóvenes que no sólo son los que más distancia tienen con la
política.
Todos
estos antecedentes nos llevan a plantear la hipótesis que en esta elección va
seguir aumentando la abstención. Me
atrevo a plantear que oscilara en torno al 35%-40%. Sin duda, un alza muy
significativa. Pero, ¿cuidado con las interpretaciones?
En
efecto, este hecho se debe a la coyuntura de desconfianza hacia la política, al
nuevo padrón electoral y al voto voluntario. Sin embargo, ¿cómo aislar cada una de estas variables y determinar cuál de ellas
está influyendo de modo más decisivo en las cifras de abstención que se
proyectan?
A
mi entender, la variable “crisis en la política y el malestar social-ciudadano
sólo aumentarían la abstención del 14% –de la última elección- al 18%-20%. Por
tanto, el gran aumento se explica por el padrón y el voto voluntario. En
efecto, el nuevo mapa electoral no sólo incorpora a sectores que anteriormente no estaban
inscritos y que probablemente seguirían en esa situación, sino también a segmentos
jóvenes que son los que muestran mayor distancia con la política.
Las
cifras aumentan si incorporamos el voto no partidario –“voto castigo o
inconformista”- que suma la abstención, nulos
y blancos. Respecto de estos últimos las cifras muestran que entre el ’89 y
el 2009 a nivel presidencial aumentan del 2,5% al 4% y a nivel parlamentario
del 5% al 9%. A nivel Municipal –entre el ’92 y el 2008- del 9% al 12,4%.
Nuevamente, vemos que son más altas en las elecciones locales y que tampoco son
tan profundas. Si los sumamos con la
abstención las cifras muestran que entre el ’89 y el 2009 a nivel
presidencial aumentan del 7,6% al 15,8% y a nivel parlamentario del 10% al 20%.
A nivel Municipal –entre el ’92 y el 2008- del 18% al 25,4%.
Con
tales cifras, la “interpretación de crisis” se ve facilitada y fortalecida. Más
aún, si se proyectan a lo que ocurrirá en estas elecciones. Los abstencionistas –y el “voto protesta”-serán
los grandes ganadores de la jornada democrática. Sin embargo, no debe
entenderse como que el diseño institucional del país se está cayendo a pedazos.
Pero, como ocurre en política su triunfo será breve y se transformara en una
derrota. Los ganadores no están en la política.
Es
“casi natural” abstenerse o hacerlo nulo/blanco si en la esfera de la política
ya no se definen los proyectos colectivos. Los grandes ganadores, por tanto,
será el mercado y la empresa.