Junio-2012
El
discurso de Allamand en el Consejo General de RN del sábado dos de Junio se ha
interpretado como una proclamación oculta; mientras por un lado todos saben que
es el candidato del partido, por otro, todos están de acuerdo en que no hay que
decirlo. Hay un acuerdo tácito de que no era ni es el momento de
proclamaciones. De hecho, no sólo se trata de una afirmación común en RN, sino
también es la tesis del gobierno y de la Alianza. No adelantar la carrera presidencial
es la orden del día y la “directriz” del ejecutivo.
Los
días previos al discurso se debatía al interior de RN en torno a si el Consejo
se convertiría o no en una instancia de proclamación. Rápidamente, se impuso la
tesis de que el evento no sería un acto político para proclamar. A su vez, desde
la UDI se mandaba un mensaje doble; de que no era el momento de proclamaciones
y de que en caso de ocurrir sería una mala estrategia para Allamand.
En
ese contexto se desarrollo el discurso. El propio Allamand fue explícito al
mencionar que no era “hora de proclamaciones” y que el tema presidencial debía
resolverse el próximo año.
¿Qué se dijo en el discurso? El
planteamiento lo podemos dividir en 5 dimensiones:
En
la primera parte se menciona su
experiencia y su vocación de poder. La política y el partido son para Allamand
un “proyecto de vida”. De ese modo, vemos que su vida ha estado ligada a la
política desde su época de escolar a principios de los setenta participando de
manera decisiva en los principales hechos políticos de la fase; reorganización
de la derecha, Alianza Democrática, Política de los acuerdos, triunfo
presidencial de Piñera y hoy como aspirante a la Presidencia de la República. El
mismo afirma que agradece “haber podido… desde que era estudiante secundario… dedicar
mi vida entera a servir al país”.
La
construcción de partido ha sido uno de los aspectos relevantes de su proyecto
político. Es más, este hecho ha permitido que las batallas políticas de los
últimos 25 años hayan sido exitosas. En esa dirección afirma que “los países
necesitan organizaciones -como la nuestra- que promuevan sus ideas y proyectos
en forma permanente, y necesitan dirigentes… que lo hagan en tiempos de
popularidad… y más aun, en tiempos de derrota; cuando hay que asumir la
responsabilidad de gobernar y más aún cuando hay que luchar, desde la oposición…
¡No se puede ganar las elecciones con
los partidos y pretender gobernar sin los partidos!
La
segunda dimensión de su discurso se
relaciona con la coyuntura. En esa dirección hay tres referencias. La primera es
el diagnóstico de que la política y los partidos viven tiempos de crisis. Como Allamand
es uno de los animales políticos de la fauna local tiene una alta valoración de
la política. De hecho, la califica como una actividad “noble” que requiere ser
revalorizada. En esa dirección afirma que “un país que desprecia la política… le
da la espalda a forjar un proyecto común que aglutine los sueños y esperanzas
de su gente… abjura de su historia y compromete su porvenir… y abre las puertas
a los oportunismos y aventuras personales”.
El
guiño que le hace a la Dc es muy sutil y ha pasado inadvertido. En esa
dirección valora el liderazgo de Aylwin, hace un llamado a fortalecer el centro
político, a la necesidad de buscar consensos y esperar en algún momento
“ampliar la Alianza gobernante”.
Y
finalmente, en el diagnóstico surge el tema presidencial. El Consejo de partido
en este tema ha estado lleno de simbolismo y prudencia política. Cinco son los
aspectos que menciona; a) que las
definiciones deben ser en el 2013 “y no antes”, b) que debe hacerse en forma unitaria con la UDI –es decir, con
primarias-, c) que la unidad es la
condición para “ganar otro gobierno”, d)
que “quienes somos ministros debemos abocarnos al cumplimiento de nuestras
tareas sectoriales” y e) que “que
estoy resuelto a asumir, cuando el tiempo llegue, cualquier responsabilidad
que Uds. me confieran”.
El
tercer elemento de su discurso se
relaciona con la valorización de los logros del gobierno. En este aspecto no
sólo hay una lealtad con “su gobierno”, sino también una manera de entender la
política y de hacer gobierno. En esa dirección, plantea que se gobierna para
hacer cambios y mejorar la calidad de vida y “que Chile está empezando a
cambiar la vida de la gente”. En ese contexto enumera los cambios que el
gobierno ha impulsado en educación, economía, adultos mayores y participación
política.
Cuarta dimensión.
En este punto surge la visión de país que Allamand tiene y aspira plasmar en un
futuro programa de gobierno. No obstante, afirma que si bien “no es el momento
de hablar de programas futuros… sí es
oportuno compartir nuestra idea de Chile”. Tres son los pilares que definen la
base sobre la que hay que construir país; libertad, desarrollo y paz social.
En
términos generales “la base de nuestra idea de Chile es la de un país unido…
con voluntad de diálogo y con capacidad de forjar acuerdos… un país
integrado -sin discriminaciones-… un país justo en el que todos importan igual…
sin los abusos del más violento o del más poderoso… una democracia más transparente
y participativa… un país solidario… con un Estado
fuerte que no deje a nadie atrás. Sin
un Estado atento y eficaz no hay justicia, no hay equilibrio, no hay paz
social”.
La
Quinta dimensión se relaciona con
los desafíos políticos del futuro. En esa dirección afirma que “Chile ha
entrado en un ciclo político… en el que gobernar se hará cada vez más
difícil y la ciudadanía será cada vez exigente”.
Este
nuevo escenario “traerá problemas públicos cuya solución será cada vez
más compleja. La diversidad de la sociedad obligará a arbitrar entre
intereses opuestos… y hacer prevalecer el interés general”.
Lo
complejo, es que estas coyunturas se manifiestan en un “en un escenario
inestable de fuerzas políticas”. Se refiere principalmente a lo que ocurre en
la Concertación. El diagnóstico se relaciona con “la división de las fuerzas
que la integran… con que los sectores de centro aparezcan cada vez más
debilitados y arrinconados… y con que ha perdido la orientación: Hoy la
Concertación no sabe a dónde va”.
Por
ello, “para gobernar Chile se va a necesitar experiencia y liderazgo para
escuchar y atender en forma oportuna las demandas sociales, para forjar
acuerdos y alcanzar soluciones… para seguir perfeccionando nuestro sistema
político mediante reformas a la Constitución, sin el salto al vacío que
significan las asambleas constituyentes y se necesitará convicciones
firmes para preservar la economía social de mercado, corrigiendo sus
imperfecciones, pero sin debilitar sus fundamentos”.
¿Los efectos de un discurso?
El
discurso de Allamand abre una nueva fase en la lucha presidencial del oficialismo
en la que Longueira, Golborne y la UDI no sólo deberán apurar los pasos, sino
también deberán poner en la mesa de la
Alianza y de la Opinión Pública un relato que los posicione como estadistas tal
como lo hace Allamand en este discurso.
De
hecho, el relato de Allamand ha arrinconado al Ministro independiente al
identificar un escenario futuro en el que se necesitara “experiencia,
liderazgo” y acción política. ¿Cómo puede ser que un hecho político de esta
magnitud no hay generado interés en Golborne al afirmar que estuvo preocupado
de un partido de futbol y que no está “muy pendiente de los temas políticos”?
Al
mismo tiempo a obligado a Longueira a asumir un rol más activo si quiere
convertirse en presidenciable. Algo en este terreno está por ocurrir. No
olvidemos que donde hay un poder hay un contrapoder.
No
obstante, el oficialismo sigue empatado en términos presidenciales sin tomar
decisiones. En esa dirección debe definir un cronograma en el que destaque el
mecanismo, los tiempos, los equipos y las ideas fuerza de la campaña y del futuro
gobierno. A la fecha, nada de eso está resuelto. Sólo hay candidatos “no
oficiales” y una carrera presidencial latente y encubierta que no sólo le
genera problemas al gobierno, sino también los tiene compitiendo entre ellos y
no de cara a los electores reales.
El
“se siente, se siete Allamand Presidente”, se escucho en cantidad y calidad del
mismo modo como se escucho en el Consejo de la Udi en relación a Longueira.
Hasta el momento el único que se ha quedado sin esa tradicional arenga es
Golborne.
Si
bien no hubo proclamación formal, hay
candidato con perfil “de estadista” y un partido que “ha cerrado filas” en
torno a Allamand. RN está listo para la batalla final.