Mayo-2012
Es
un hecho conocido y una afirmación común que Golborne se posiciono como
presidenciable por efecto de su rol en el rescate de los Minero en Octubre del 2010. En tres meses pasó de ser el Ministro menos
conocido a uno de los más populares y a ser el mejor evaluado del gabinete. Ese
fue el primer momento. Lo interesante es que a lo largo de un año y medio no
sólo ha logrado mantener esa posición, sino también a consolidado su opción
presidencial. En ese lapso ha logrado seducir a la Opinión Pública y a sus pares
del gabinete y a sus apoyos en la alianza.
No
hay duda, es un buen candidato electoral. Sin embargo, es un mal candidato en
términos políticos. En efecto, donde mejor rinde es en el terreno de las
encuestas. No sólo tiene buenas cifras en las “preguntas indirectas” como
popularidad y gestión ministerial, sino también en “preguntas directas” de
intensión de voto. Mientras en las primeras no saca significativas ventajas en
relación a otros presidenciables –y otros Ministros-, si lo hace cuando mide su
fuerza electoral con las figuras de la oposición. Si bien pierde frente a
Bachelet –en todas las mediciones-; es, el que lo hace con menos diferencia que
cuando la ex mandataria se mide con otras figuras del oficialismo.
No
obstante, en el terreno político manifiesta sus debilidades y desventajas. No
sólo carece de apoyos políticos –no tiene partido ni tradición- , sino también de
experiencia y olfato político. No tiene tonelaje político, prestigio ni
legitimidad frente a sus pares.
Sin
embargo, su posicionamiento en las encuestas y la seducción que genera en el
oficialismo se debe a que también tiene cualidades y fortalezas. ¿Cuáles?
Las
ventajas de Golborne han permitido no sólo su gran rendimiento en las
encuestas, sino también que se haya consolidado como presidenciable frente a la
Opinión Pública y al oficialismo. Podemos identificar seis.
1.
Qué tipo más simpático. La simpatía es uno de los rasgos que
se le reconoce al Ministro. En esa dirección, se ha escuchado a muchos
identificar su ascenso en las encuestas con lo ocurrido con Bachelet. Sin
embargo, esas opiniones han olvidado que la ex mandataria tenía una larga
carrera y experiencia política. Es un tipo empático que tiene “ángel”; al punto
que ha sido comparado con un bailarín que seducía por su estampa. Los que han
estado con él, en terreno, han comentado que tiene gran llegada con la gente. Por
algo ha sido invitado a un “puerta a puerta” y sus fotos comienzan a recorrer
Chile.
2.
Es un tipo emotivo y cercano. Vinculado con lo
anterior está el hecho de que es un tipo emotivo y cercano. Se contacta con la
gente de manera más emocional que racional. Habla más con el corazón que con la
razón. Es, lo contrario a lo que es hoy Piñera. Y al mismo tiempo más cercano a
lo que es Bachelet. Por lo menos, es lo que manifiesta en su contacto cara a
cara con la gente en sus salidas a terreno y de modo mediático donde se ve un
tipo afable, accesible y cercano que canta y toca la guitarra.
3. En una sociedad
aspiracional y del “pituto” es muy valorado ser producto de la meritocracia,
de la educación pública y del ascenso social. En su biografía ya es parte del
escenario que es un hijo de un ferretero, que vivió en Maipú y estudio en el
Instituto Nacional. Una vida de esfuerzo y merito que lo ubico en las más altas
posiciones de la empresa y el managment.
Y hoy a un alto nivel político con potencialidades presidenciales.
4. En un
contexto de “crisis de la política” es
visto con buenos ojos no estar contaminado por las dinámicas tradicionales del
poder. En ese sentido es un tipo independiente que no ha participado ni
participa de la política contingente. No se ha contaminado con la coyuntura
política. Una ventaja de corto plazo que lo debilita en el largo plazo. De
hecho, es un Ministro que no habla ni se mete en política. ¿Cuándo saldrá al
pizarrón?
5.
Liderazgo gerencial. Su trayectoria profesional ha estado
ligada a la empresa. Ese ha sido su ámbito de ascenso. Lo ha realizado bien; no
hay duda. Ese hecho, le da ventajas en el plano del liderazgo de equipos
gerenciales. Es un tipo que es eficiente y exitoso para armar y liderar
equipos. Por tanto, podría armar y liderar equipos de gobierno. Otra ventaja de
corto plazo. En política, ya sabe el oficialismo que se necesitan otras
habilidades y que la Nueva Forma de Gobernar fue enterrada por los mismos que
la vieron nacer. Este hecho, también puede convertirse en una debilidad dada
las condiciones de la actual coyuntura.
6. El gran
plus y aliado del Ministro son las encuestas. En efecto, este es su
mejor carta de presentación. Las preguntas de intensión de voto lo ubican y
consolidan en una posición expectante. Sus competidores internos deben mejor en
este ítem.
¿Qué debilita todas estas bondades? Su única y gran desventaja es la carencia de
política. En este escenario su opción sólo puede debilitarse. No tiene
experiencia ni olfato político. No tiene apoyos políticos –por ejemplo, para
una primaria o primera vuelta-. Tampoco tiene prestigio ni legitimidad
política.
Del
mismo modo, su opinión y diagnósticos políticos no tienen peso frente a lo que
puede hacer o plantear un Longuiera, un Allamand, un Larraín, un Novoa o un
Piñera, etc. Tampoco podría tenerlo frente a la oposición –a un Zaldívar, un
Escalona, un Girardi, un Pizarro, un Frei, etc-. En el plano corporativo
tampoco podría tener mejor suerte frente al movimiento estudiantil, al mundo
del trabajo o a la defensa ambiental. Y en el plano internacional ¿quién es
Golborne?
Y
en ese cuadro ¿cómo podría liderar un gobierno? Formar y liderar equipos
gerenciales no es lo mismo que armar y liderar equipos políticos. Eso ya lo
sabe el oficialismo. Un líder gerencial no es lo mismo que un líder político;
como tampoco un hombre de empresa que un hombre de Estado. Un líder político no
se improvisa ni se crea por la “simpatía ni la buena onda”.
Finalmente,
su experiencia en el mundo de la empresa termina convirtiéndose en una
debilidad para la política. En efecto, las lógicas de la decisión y de la resolución
de conflictos son diametralmente opuestos. El oficialismo también sabe que la fórmula de
la empresa en el Estado y en el escenario de la negociación de la política ha
fracasado.
Todos
estos aspectos políticos que lo debilitan se articulan y confluyen a que el presidenciable no participe de la
contingencia. De hecho, no habla ni se mete en política ni en sus debates.
Obvio, es un Ministro dirán algunos. Lo que más se le ha escuchado es opinar
sobre el tema presidencial sin entrar en cuestiones de fondo.
Ha
llegado la hora de que hable como político y presidenciable. No puede ser y no
es digno afirmar que espera para Chile que “todos sean felices”. Ya sabemos lo
que es un Allamand y un Longueira. Para Chile y para el oficialismo ha llegado
el momento de sacar a Golborne al pizarrón de la política. Mientras no lo haga
su posicionamiento tendera a consolidarse. Cuando lo haga, su destino será la
derrota. Quizás, ese momento ya sea tarde para la derecha. En rigor, ya es
tarde.