miércoles, 19 de octubre de 2011

El reciclaje como estrategia cuidadana y política


Octubre-2010
Se ha insistido que una de las principales razones del calentamiento global y el  daño medio ambiental se encuentra en el desarrollo industrial a base de combustión fósil o hidrocarburos (petróleo, gas y carbón). 

Hacia finales del siglo XIX el capitalismo de producción se transforma (como una manera de sobrevivir) en capitalismo de consumo. La emergencia de masas urbanas pobres y en ascenso social se convierte en el objetivo de la nueva fase económica. La producción se comenzó no sólo a orientar a las élites (consumo elitista), sino también a las nuevas clases emergentes (consumo masivo). Desde entonces, el mundo capitalista se inundo de mercancías de todo tipo y para todos los bolsillos. 

En ese marco, comienza el desenfreno por el desarrollo y el crecimiento. Para superar la pobreza y desarrollarse había que crecer; mientras más rápido y prolongado se hiciera, sería mejor. Es lo mismo que dicen hoy. El desarrollo industrial se convirtió en el motor de la expansión. Había que producir para consumir; y consumir para seguir produciendo. No se podía parar. Cuando venían crisis había que superarlas rápidamente y volver a la senda del desarrollo. No es casualidad, por tanto, que estemos llenos de productos de mala calidad y desechables. Es, sin duda, una estrategia de mercadeo que inventaron para convertirnos en esclavos del consumo y sus lógicas.

Hoy sucede lo mismo, el modelo no puede dejar de producir autos, televisores, electrodomésticos y todas las mercancías que circulan en el bazar mundial. Parar, implica no crecer; y por tanto, ser más pobre. Los ideólogos del mundo y dueños del capital no lo pueden permitir. Es, sin duda, una de las principales razones para no consensuar soluciones al cambio climático. La dificultad radica en ese hecho.

No obstante, quiero plantear que las políticas medio ambientales que fomentan el reciclaje se pueden convertir en potentes armas para poner en jaque el modelo de desarrollo capitalista neoliberal no sólo en términos políticos y económicos, sino también culturales.

Los ideólogos del modelo cuando diseñaron el capitalismo de consumo, no vieron la fuerza potencial del nuevo actor social que emergía: los consumidores. Lentamente, se convirtieron en poderosos actores de la historia; son los que activan o deprimen el sistema. Ahora, se habla de la “confianza de los consumidores”. Entonces, ¿qué pasaría si decidieran no comprar más de lo necesario?; ¿qué pasaría si los consumidores de los países desarrollados no cambiaran sus autos cada dos años?; o los ideólogos de la moda y el glamour no inventaran ropa y diseños a cada rato… en fin, los ejemplos se pueden multiplicar.

En ese escenario, obviamente, emergería una crisis. Si no hay consumo, no se puede seguir produciendo (rápidamente surge una crisis de sobre stock). Y parar la producción, terminaría con hacer colapsar el sistema. La crisis política no se haría esperar. Sería una forma de salvar el planeta y su biodiversidad.

Lo primero, que se necesita es un cambio cultural que fomente y legitime el reciclaje. Reciclar es la clave para crear una sociedad sustentable y más justa. No necesitamos cambiar autos, televisores ni computadores cada dos o tres años; tampoco, los pantalones ni los muebles. Necesitamos, menos mercancías y más solidaridad. Reciclar es la tarea. No más cultura del desecho.